Introducción al concepto de “América
Latina” (primera parte)
El concepto “América Latina” es demasiado
amplio y elusivo. Supone un conjunto de países y regiones que en muchos casos
tienen poco en común. Por ejemplo, es claro que el norte de México tiene pocos
puntos en común con la medialuna boliviana y que la mayoritaria población
indígena guatemalteca tiene poco en común con la sociedad uruguaya. El
contrapunto es analíticamente válido: la dinámica sociedad de Monterrey tiene
mucho en común con la clase media de los EE.UU. y la dinámica Pampa Húmeda
argentina tiene bastante en común con la clase media española.
Sin embargo, el problema con la
definición unívoca de América Latina tiene otra connotación: es un concepto
cuyo significado se ha consolidado en el tiempo debido principalmente a su
dimensión negativa[1]. Es
que, en parte, América Latina es aquella parte de las Américas que ha
permanecido en la pobreza. Paso seguido, si lo único que tenemos “totalmente”
en común es la ausencia de desarrollo, será necesario repensar la validez
analítica del concepto “América Latina”. ¿Por qué? Porque la pobreza o fracaso
como factor en común supone una propia definición en relación a otro. Es decir,
la pobreza o fracaso es un concepto relativo: una región es pobre o sub
desarrollada en relación a otra que no lo es.
En este sentido, América Latina se
asemeja en un gran elemento, la pobreza o sub desarrollo, y se diferencia en
ideas, creencias e, incluso, distintos niveles de sub desarrollo. Es decir, hay
demasiadas pocas cosas buenas en común y demasiadas cosas malas. Aquí hay un
problema analítico, metodológico e histórico que será necesario enfrentar e
intentar resolver.
Podemos recurrir a un concepto clásico
desarrollado por Isaiah Berlin. Sostiene Berlin que hay dos tipos de
pensadores: quienes se asemejan a un zorro
y quienes se asemejan a un puercoespín. El zorro sabe muchas cosas superficialmente,
mientras que el puercoespín sabe una gran cosa. América Latina tiene muchas
superficialidades en común, pero solo una gran profundidad (en común): el sub
desarrollo. Para Berlin, ser un puercoespín
puede ser un problema en sí mismo (el ejemplo obvio es Platón quién, como Rey
Filósofo que sabe una gran cosa, básicamente, sabe todo lo que hay que saber y
por ende es quien debe mandar)[2].
Podemos reformular el concepto del filósofo: tener una gran cosa en común no es
algo necesariamente negativo. En cambio, un problema latinoamericano es que hay
en común una gran cosa negativa y demasiadas pequeñas cosas positivas. En este
sentido, América Latina es una región que ha sido un zorro que ha desarrollado
un amplio núcleo común que ha profundizado la idea del fracaso como originada
en otro, tal vez en el gran puercoespín del Norte. En cambio, nuestro gran
punto de encuentro es el sub desarrollo. El problema no es que América Latina
tiene una gran empatía conjunta en el sub desarrollo, el problema es que solo
tenemos esa gran empatía conjunta.
[2] Este ensayo es parte del libro de Berlin
“Russian Thhinkers”, Pinguin Classics, 2008. Donde primero se desarrolla el
concepto es en la antigua Grecia: “The fox knows many things, but the
hedgehog knows one big thing”, Archilochus (7th-century b.c.e.).
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